La delimitación de una iglesia local es uno de los principios básicos sobre los que se basa la práctica del recobro del Señor. Desde los comienzos del recobro del Señor en China, nuestra práctica ha sido tener una sola iglesia con un solo ancianato en cada ciudad. En 1934, después de observar de primera mano la confusión entre los grupos cristianos en Occidente, el hermano Nee estudió a fondo este asunto y dio una serie de mensajes sobre «La vida de asamblea». Allí dijo:
Ahora debemos prestar atención al hecho de que en el Nuevo Testamento, los límites de la iglesia local se circunscriben a la ciudad en la cual se encuentra. Por tanto, la iglesia local no puede sobrepasar los límites de su ciudad; no puede reclamar para sí ningún límite más extenso que el que corresponde a la ciudad. En la Biblia, no aparece ninguna iglesia que rija sobre una provincia o un condado. La Biblia nos muestra que la ciudad misma constituye los límites de una iglesia. (La vida de asamblea, pág. 135)
El Nuevo Testamento identifica de manera consistente una iglesia con una ciudad (Hechos 8:1; 13:1; 1 Co. 1:2; Ap. 1:11). También habla de nombrar ancianos en cada iglesia y ancianos en cada ciudad, mostrando que el alcance de la administración de un grupo de ancianos es la ciudad en la que se encuentra la iglesia (Hechos 14:23; Tito 1:5). Esto significa que, si bien los ancianos de una iglesia pueden buscar comunión con los ancianos de otras iglesias o expresar su preocupación acerca de las acciones tomadas por ellos, nunca deben interferir en la administración de otra iglesia. El hermano Lee expresó especial preocupación de que los ancianos de las iglesias más grandes no se extralimiten en la administración de las iglesias más pequeñas. Él dijo: «Los ancianos de una iglesia local deberían llevar la responsabilidad de una sola localidad y servir en una sola localidad (Hechos 14:23a; Tito 1:5). Ellos no deberían interferir en otras iglesias aledañas que sean más pequeñas; hacer eso es muy peligroso » (Palabras cruciales de dirección en el recobro del Señor, libro 2: Conducir a los santos a practicar la nueva manera ordenada por el Señor, pág. 244). Usando la iglesia en Taipéi como ejemplo, dijo: «Por causa de este peligro, los ancianos de la iglesia de Taipéi deberán mantenerse dentro de los límites de Taipéi. Taipéi es su esfera, su ámbito; ellos no deben extenderse más allá de sus límites» (pág. 244). En otro libro nos dijo:
Hace poco se le dijo a una pequeña iglesia local que debía someterse a una iglesia cercana más grande. Esto es organización, lo cual conduce a jerarquía e insulta la autoridad de Cristo como Cabeza. Este es un asunto crucial. Pensar que una iglesia debe someterse a otra iglesia es algo que está totalmente en tinieblas. Si escuchamos este tipo de hablar, debemos levantarnos inmediatamente y declarar que esto es un insulto a nuestra Cabeza, Cristo. (The Healthy Word [La sana palabra], págs. 24-25)
El problema es aún más grave si alguno de los ancianos de un grupo de iglesias cercanas es reconocido como líder de todas ellas. Esto se convierte fácilmente en jerarquía. Una de las grandes degradaciones en la práctica de la iglesia se produjo cuando el respetado padre de la iglesia, Ignacio, enseñó que los ancianos y los obispos eran dos personas diferentes y que los obispos estaban por encima de los ancianos y supervisaban las iglesias de una región. La palabra obispo en el idioma griego original es episkopos, la cual se compone de epi, que significa sobre y skopon, que significa aquel que ve. En la Biblia, tanto obispo como anciano se refieren a la misma persona. Anciano se refiere a la persona de uno que toma la delantera; aquel que vigila se refiere a su función. La función de los ancianos es velar por el rebaño de Dios (1 P. 5:1-2). El error de Ignacio es evidente a partir de la cuidadosa exposición que hace el hermano Lee de Hechos 20:
Los que vigilan el rebaño en el versículo 28 son los ancianos mencionados en el versículo 17. Esto comprueba que los que vigilan y los ancianos son términos sinónimos. Constituir a uno que vigila en obispo de un distrito para que ejerza autoridad sobre los ancianos de varias localidades de dicho distrito es un grave error. Esto fue lo que hizo Ignacio. Su enseñanza errónea sentó la base para establecer rangos, e introdujo un sistema jerárquico. (Estudio-vida de Hechos, pág. 458)
El sistema papal con su jerarquía se desarrolló a partir de la enseñanza de Ignacio, y muchas denominaciones protestantes han seguido empleando sistemas jerárquicos de administración. El hermano Lee comentó: “La jerarquía y el sistema mismo son abominables a los ojos de Dios” (pág. 459). Aunque la comunión es necesaria, para evitar la jerarquía un hermano que toma la delantera o colaborador con una fuerte manera de ser necesita ejercitarse para no imponer sus puntos de vista a los demás y los otros hermanos no deben permitírselo.
Los límites entre los apóstoles y las iglesias locales
También es importante entender la delimitación entre los apóstoles y las iglesias locales, tanto lo que es como lo que no es. Los ancianos de una localidad son nombrados por los apóstoles bajo la dirección del Espíritu Santo (Hch. 14:23; 20:28) y son responsables del liderazgo y la administración de una iglesia local. Los apóstoles son comisionados por el Señor y son responsables de todas las iglesias (2 Cor. 11:28). En primer lugar, debemos notar que no todos los obreros son apóstoles. En El manejo de la iglesia por parte de los ancianos, el hermano Lee afirmó claramente: «La Biblia nos muestra que los ancianos son nombrados por los apóstoles. Los apóstoles son los obreros. Sin embargo, debemos saber claramente que no todos los obreros son apóstoles.» (pág. 146). Él continuó diciendo:
Hay una diferencia entre un obrero y otro. Algunos son comisionados, como lo eran los apóstoles. Otros quizás no tengan la comisión apostólica. Por lo tanto, debe también haber una distinción en la relación entre los ancianos y los obreros. Con relación a algunos obreros, usted puede considerarlos como apóstoles y puede aceptar su liderazgo. Otros obreros son jóvenes y simplemente están aprendiendo a servir al Señor. Ellos todavía están bajo la dirección de los ancianos. Así que, aquí tenemos otra distinción en cuanto a los límites. Si no tenemos claridad respecto a estos límites, también habrá confusión en la iglesia. (págs. 146-147)
Los apóstoles no suplantan a los ancianos en la administración de una iglesia local. La responsabilidad de la administración de una iglesia siempre recae en los ancianos en esa localidad. Un apóstol puede permanecer en una localidad y servir como anciano en la iglesia allí. Pedro sirvió en tal capacidad doble: como apóstol en la obra y como anciano en la iglesia en Jerusalén (1 P. 1:1; 5:1). En tal caso, la participación del hermano en el ancianato no se basa en su condición de apóstol, sino de anciano.
Además, un colaborador no debe considerar un grupo de iglesias locales como su territorio.
Todas las iglesias que hay sobre la faz de la tierra son parte del recobro del Señor. No debe haber fronteras de separación entre las iglesias. Anteriormente algunos colaboradores pensaban que cierta región era su territorio. Pero nosotros debemos ver que no es saludable ni provechoso en el recobro del Señor que algunos tengan fronteras en cuanto a su obra. La única frontera es la frontera del recobro. No debemos decir: “Esta es mi iglesia; aquélla es la obra en mi jurisdicción”. Solamente tenemos una obra. Dicha obra es la obra del recobro, la cual está basada en la enseñanza de los apóstoles. El remedio al problema de aquello que llaman fronteras y jurisdicciones entre las iglesias, es la comunión. No debemos tener el concepto de que la visita de otros a nuestra localidad puede perturbar la obra. No tenemos necesidad de defender nuestra obra. Nuestra obra es la obra del Señor, la cual es la obra del recobro. Necesitamos la debida comunión entre todas las iglesias de todas las naciones, y necesitamos una visión clara en cuanto a la enseñanza de los apóstoles y a la comunión de los apóstoles. (Una presentación breve de lo que es el recobro del Señor, pág. 45)
Otros cuatro puntos son importantes. En primer lugar, los colaboradores principales, funcionando en su capacidad apostólica, tienen tanto el derecho como la responsabilidad de responder a los problemas que les plantean los santos, incluso los que no son ancianos. Esto se hace evidente por la respuesta de Pablo a los informes que recibió de la casa de Cloe (1 Co. 1:11) y la instrucción que dio a su colaborador más joven, Timoteo, acerca de recibir acusaciones contra los ancianos (1 Ti. 5:19). Sin embargo, al hacerlo, los apóstoles abordan los problemas sin asumir ellos mismos el liderazgo de la iglesia local. En segundo lugar, el último versículo también muestra que los apóstoles, y no los ancianos locales, deben tratar los problemas que involucran a un anciano. Tercero, cuando un asunto se vuelve extra local, afectando adversamente a los santos en otras iglesias, ya no es únicamente el ámbito de los ancianos en la localidad en la que se originó el problema; debe ser llevado a la comunión de los apóstoles (Hch. 15). Cuarto, si un colaborador se ve envuelto en una situación, ese colaborador debe voluntariamente recibir la comunión de otros colaboradores. De lo contrario, por definición ya no está colaborando sino trabajando independientemente.
El uso indebido de los «límites» de una iglesia local
Se puede abusar de los «límites» de una iglesia local si se ignoran estos principios bíblicos. Por ejemplo, reclamar un derecho absoluto e incuestionable, independientemente de la comunión de preocupación de otras iglesias o de la responsabilidad de los colaboradores principales para responder a las súplicas de ayuda, es abusar de los «límites» de la iglesia local. Reforzar tales afirmaciones haciendo circular extractos de la Palabra o del ministerio que presentan sólo un lado de la verdad agrava el error. Apelar a la proximidad como fundamento para reclamar mayor claridad respecto a una situación que afecta a las iglesias es establecer un territorio de facto y también es erróneo a la luz de las Escrituras. Pablo estaba físicamente alejado de las situaciones de Corinto, Galacia, Filipos y Colosas, y sin embargo tenía una comprensión más profunda de la economía de Dios, una visión más amplia de la obra de Dios, una comprensión más clara de los principios del gobierno de Dios y un sentir más agudo de la mente del Espíritu, por lo que pudo prestar una gran ayuda a las iglesias de aquellos lugares. Una mirada a las epístolas de Pablo a las iglesias muestra el vasto alcance de su comunión perfeccionadora. Solamente en Efesios abarca desde la revelación de la economía eterna de Dios (1:10; 3:9), hasta la vida práctica diaria de los creyentes y la vida de la iglesia (4:17-6:9). Cualquier hermano responsable, obrero o anciano, que por orgullo o confianza en sí mismo desdeña la comunión, ya ha dejado el principio del Cuerpo y con seguridad guiará a los santos por mal camino.
La verdad siempre pone a prueba nuestra pureza delante del Señor. El objetivo de los límites de una iglesia local es dar testimonio de unidad, no proporcionar un pretexto para la división. La apertura adecuada en la comunión es una gran protección contra la jerarquía y la organización. Debemos ser fieles a la hora de defender toda la verdad de forma equilibrada y no limitarnos a utilizar partes seleccionadas para reivindicarnos o para reforzar puntos de vista según nuestro propio gusto o agenda. Estos principios, como en todos los asuntos, deben ser aplicados en vida por el Espíritu, de una manera que coincida con la naturaleza del Cuerpo de Cristo como un organismo, no una organización.