El ministerio de la era, no infalibilidad

El término el ministro de la era en referencia a los hermanos Watchman Nee y Witness Lee no implica que sostengamos que ellos sean infalibles. Por el contrario, significa que los reconocemos como vasos especiales usados por el Señor para avanzar el recobro de las verdades en la Biblia. No deberíamos ser desviados por aquellos que asocian erróneamente nuestro uso del término el ministro de la era con la doctrina de infalibilidad papal, y acusan a los que están en las iglesias locales de estar bajo un liderazgo autoritario.

La visión de la era, el ministerio de la era y el ministro de la era

Nuestro uso de los términos ministerio de la era y ministro de la era se basan en la comprensión de que, en la naturaleza progresiva de la revelación contenida en la Biblia y del mover de Dios en la tierra, existe una visión particular que Dios da a Su pueblo en cada era. Esta visión se puede llamar correctamente la visión de la era. Dios es un Dios de propósito. En el curso de los siglos Él ha estado obrando en y por medio del hombre para obtener el deseo de Su corazón: la iglesia como el Cuerpo de Cristo en esta era (Ef. 1:22-23; 3:10-11) y la Nueva Jerusalén como la última consumación de Su propósito eterno (Ap. 21:2). La obra de Dios por medio del hombre no es casual. En cada era aquellos que le sirven deben laborar no de acuerdo a su propia preferencia, sino de acuerdo a la visión de esa era, la visión única y particular que Dios dado a Sus siervos que corresponde con la obra que Él desea hacer y con la meta que Él intenta alcanzar en esta era (Hch. 26:19; 13:36). El hermano Lee escribió:

Tenemos que ver que en cada era, Dios da solamente una visión al hombre. En Adán vemos la redención efectuada por Dios. En Abel vemos la manera en que Dios realiza la redención. En Enós vemos la necesidad que el hombre tiene de Dios y cómo el hombre invoca a Dios para disfrutar de Sus riquezas. En Enoc vemos a una persona redimida que camina con Dios en la senda de la redención. En Noé se ve a uno que anduvo con Dios y que laboró juntamente con Dios para construir el arca a fin de satisfacer la necesidad de esa generación. (La visión de la era, pág. 11)

Así como la revelación de la Biblia es progresiva, así también el recobro de dicha revelación es progresivo. Con Martin Lutero hubo el recobro de la verdad de la justificación por fe. Esta fue la visión que gobernó la obra en la era de la Reforma. Puesto que la obra que Dios estaba haciendo en esa época era recobrar esta verdad, aquellos que le servían a Él necesitaban ser gobernados por esta visión. De manera similar, Dios usó a Madame Guyón en el siglo diecisiete para recobrar algo de la verdad concerniente a la experiencia de Cristo y Él usó a Zinzendorf y J. N. Darby en los siglos dieciocho y diecinueve para recobrar las verdades concernientes a la iglesia y a la vida de iglesia. Cada una de estas verdades recobradas constituyó la visión de esa era y gobernaron la obra de aquellos a quienes les fue dada la visión.

Creemos que la presente visión de la era es una visión completa que se extiende desde Génesis hasta Apocalipsis, la totalidad de la revelación divina. En esta visión vemos que Dios desea impartir las inescrutables riquezas de Cristo en Su pueblo escogido y redimido para edificar el Cuerpo de Cristo, el cual tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén. Witness Lee escribió:

¿Cuál es entonces nuestra visión? Nuestra visión es que Dios amó tanto al mundo que dio a Su Hijo para que muriera por nosotros los pecadores y nos redimiera, a fin de que tengamos la vida de Cristo, seamos regenerados por Él para ser hijos de Dios, disfrutemos de las riquezas del Dios Triuno y lleguemos a ser el Cuerpo de Cristo. En la práctica, el Cuerpo se expresa como las iglesias locales en diferentes localidades, las cuales practican la vida del Cuerpo de una manera apropiada. Este Cuerpo, la iglesia de Dios, es el enfoque de la economía de Dios. (La visión de la era, pág. 83)

¿Qué es entonces el ministerio de la era? El ministerio de la era es simplemente la obra que es gobernada por la visión de la era y de acuerdo con ella. Tal como el ministerio de la era en los tiempos de Lutero era el ministerio de la verdad de la justificación por la fe, de la misma manera, sostenemos que el ministerio de la era hoy es aquel que está de acuerdo con la verdad concerniente al deseo del Señor de edificar el Cuerpo de Cristo, expresado localmente como iglesias locales, por medio de la experiencia de Cristo y el crecimiento en la vida de Cristo de todos los miembros del Cuerpo.

El ministro de la era es la persona por medio de la cual la visión de la era es liberada. Tanto la Biblia como la historia de la iglesia nos muestran que el Señor levanta alguien para que tome la iniciativa de proclamar la visión de la era. Ambos, Watchman Nee y Witness Lee, fueron tales vasos. El ministro de la era no es un uso honorífico que concede autoridad especial a una persona. Por el contrario, es un reconocimiento del principio bíblico de que en cada era hay una única visión y un solo hombre que toma la iniciativa para liberar tal visión y llevar a cabo el ministerio que es de acuerdo con esa visión.

La falacia de la infalibilidad

Decir que cierto hombre es el ministro de la era no significa que este hombre sea infalible. Noé fue un ministro de la era, pero él claramente no estaba libre de cometer errores (Gn. 9:21). Lo mismo podría decirse de Abraham, Moisés, Pedro e incluso el apóstol Pablo (Hch. 21:26). Sin embargo, esos errores no niegan el hecho de que estos hombres, habiendo recibido la visión que Dios quería lograr en esa era, fueron ministros de su era. Aun así, Dios los usó para liberar su visión actualizada a Su pueblo y para guiarlos a realizar la obra que correspondía con esa visión y llevaba a cabo el mover de Dios en su era.

De manera similar, decir que un hombre es el ministro de la era no significa que las palabras de este hombre son infalibles. Por ejemplo, el hermano Lee admitió que discrepaba de Watchman Nee en cuanto a la identidad de los dos testigos en Apocalipsis 11. No obstante, el hermano Lee reconocía que durante los años de su servicio Watchman Nee tomaba la delantera en el ministerio y era el ministro de la era. El hermano Lee se dio cuenta que contender acerca de puntos doctrinales dañaría el ministerio del hermano Nee, lo cual distraería a los santos de la economía de Dios. Así como Witness Lee no tenía la actitud de que, debido a que Watchman Nee era el ministro de la era, su enseñanza concerniente a la Biblia era infalible, nosotros tampoco atribuimos infalibilidad a la enseñanza de Witness Lee. Aun así, reconocemos que tanto él como Watchman Nee fueron los ministros de la era y que la visión que nos presentaron concuerda absolutamente con la revelación divina de la Biblia.

La noción de infalibilidad es ajena al recobro del Señor. Ni Watchman Nee ni Witness Lee nunca se presentaron a sí mismos como infalibles. El hermano Lee, refiriéndose a su obra para el Señor, dijo: “Reconozco que la iglesia en Los Ángeles ha cometido ciertos errores, y confieso que yo mismo los he cometido también. Los ancianos pueden dar testimonio de ello. Todo el mundo comete errores. Nadie puede negarlo. Tuve que cometer errores para crecer” (Estudio vida de Génesis, pág. 1165).

Cualquier error que el hermano Nee y el hermano Lee pudieron cometer no anula la visión o el ministerio de acuerdo con esa visión que hemos recibido por medio de estos dos hermanos. Nunca antes, desde el tiempo de los apóstoles, la visión de la economía neotestamentaria de Dios ha sido tan clara, es una visión que abarca toda la Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis y que hereda todo lo que el Señor ha recobrado por medio de Sus siervos durante los siglos. En 1934 el hermano Lee dijo al hermano Nee: “Aunque un día usted ya no siga este camino, yo lo seguiré tomando. Yo no tomo este camino porque usted lo haya tomado, y no lo dejaré porque usted lo haya dejado. He visto que éste es el camino del Señor. He visto la visión” (La visión de la era, pág. 53). Por ende, hoy en el recobro del Señor no estamos siguiendo a un hombre ni mucho menos a un hombre infalible, pues aparte del Señor Jesús mismo no existe tal persona (Ro. 3:23). Hoy estamos siguiendo la visión que hemos visto y al seguir esta visión no nos avergonzamos de reconocer a aquellos por medio de quienes la visión ha llegado a nosotros (2 Ti. 1:8).

Share: