La actitud de un cristiano hacia el gobierno y la politica


En los últimos años, muchas naciones se han visto fuertemente divididas por controversias políticas. Como cristianos, debemos entender dos puntos claves relacionados con el gobierno y la política. En primer lugar, debemos saber cuál debe ser nuestra actitud hacia los gobiernos existentes. En segundo lugar, debemos saber cuál debe ser nuestra actitud, individualmente como cristianos y corporativamente como iglesia, hacia la participación en actividades políticas.

Nuestra actitud hacia las autoridades gubernamentales

Dios es la única autoridad del universo, y hoy, como Señor de señores y Rey de reyes, nuestro Señor Jesucristo, el Dios-hombre ascendido y exaltado, reina sobre todo el universo, incluidos todos los asuntos humanos (Pr. 21:1; Dn. 4:17; Ap. 17:14; Hch. 10:36; Mt. 28:18). No obstante, Dios, en su arreglo gubernamental, ha decidido delegar cierta autoridad en los hombres (Gn. 9:5-6). Como cristianos, debemos reconocer a esas autoridades como representantes de Dios y someternos a ellas. El propio Señor Jesús reconoció la autoridad del gobierno humano como procedente de Dios (Jn. 19:11) y Él mismo se sometió a esa autoridad, incluso al ser crucificado injustamente.

La sumisión a la autoridad secular es una enseñanza explícita de los apóstoles. En Romanos 13:1 Pablo escribió: «Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas». Del mismo modo Pablo dijo a Tito que recordara a los creyentes «que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra» (Tit. 3:1). Tales palabras son inequívocas y sin reservas. Pedro enseñó lo mismo, diciendo: «Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien» (1 P. 2:14-15). Y añade: «Temed a Dios. Honrad al rey» (v. 17b). El «rey» en el tiempo en que Pedro escribió esta epístola era el depravado emperador César Nerón.

Según Romanos 13:7, los cristianos tienen cuatro responsabilidades con respecto al gobierno humano: dar impuesto a quien se le debe el impuesto, tributo a quien se le debe el tributo, temor a quien se le debe el temor y honra a quien se le debe honra; ésta es la actitud apropiada de un creyente hacia el gobierno humano. Esto concuerda con la palabra del Señor en Marcos 12:17 cuando dijo: «Devolved a César lo que es de César». Dios ha designado gobiernos terrenales para que se encarguen de los asuntos terrenales, por lo que debemos pagar lo que el gobierno nos exija pagar materialmente (Ro. 13:6). Independientemente de quién ocupe un puesto de autoridad, debemos honrar a esa persona como representante de Dios y orar por ella «para que llevemos una vida tranquila y sosegada en toda piedad y dignidad» (1 P. 2:17; 1 Ti. 2:1-4). Si un gobierno nos oprime debido a nuestra fe, lo más que podemos hacer es escapar, como hicieron José y su familia cuando Herodes ordenó matar a todos los bebés menores de dos años (Mt. 2:13-14).

Nuestra actitud respecto a involucrarnos con la política

En cuanto a involucrarnos con la política, debemos seguir el ejemplo del Señor Jesús y de los apóstoles del Nuevo Testamento. Mientras nuestro Señor moraba en la tierra, había quienes deseaban hacerle rey terrenal, pero Él se apartó de ellos (Jn. 6:15). Estos le siguieron, pero se apartaron después de que Él se les presentara como el pan de vida (vs. 35, 66). El Señor Jesús fue inquebrantable en Su propósito de llevar a cabo la obra para la que había sido enviado (Is. 50:7; Lc. 9:51). Esa obra consistía en traer la realidad del reino al vivir a Dios en la humanidad, llevando a cabo la redención mediante Su muerte y regenerando a Sus creyentes en la resurrección para que fueran miembros del Cuerpo de Cristo (Jn. 1:18; Ef. 1:7; 1 P. 1:3). Debido a que Su reino no es de este mundo (Jn. 18:36), el Señor Jesús no tocó la política ni buscó el poder terrenal, rechazando incluso el ofrecimiento de Satanás de un reino terrenal (Mt. 4:8-10). Como discípulos del Señor, debemos seguir Su modelo, como hicieron los apóstoles en el Nuevo Testamento. No hay constancia de que ninguno de ellos se involucrara en la política de los gobiernos del mundo.

Watchman Nee fue coherente a lo largo de su ministerio en este punto. En una de sus primeras publicaciones, él escribió:

Mientras el mundo rechaza Su legítima autoridad, Él está esperando otro día en el que asumirá Su posición. Por esta razón, Sus santos deben unirse a Él en Su rechazo en la tierra. Ya que Él ha sido despreciado y rechazado por el hombre, ¡no debemos buscar reinar entre los hombres! Debemos desvincularnos de la política del mundo y esperar exclusivamente al Señor, quien reemplazará el gobierno mundial actual con Su propio poder y reino. (CWWN, vol. 5, págs. 565-566)

Mientras Watchman Nee visitaba Europa en 1938, fue invitado a ofrecer una oración en la Convención de Keswick, en Inglaterra, con relación a la guerra que se estaba librando entre Japón y China. En esa oración dijo: «No oramos por Japón ni oramos por China, sino por los intereses de Tu Hijo en China y en Japón» (Watchman Nee — Un siervo que recibió la revelación divina en esta era, pág. 204). En 1948, cuando la guerra civil hacía estragos en toda China, dijo a los que se reunían para su entrenamiento en Kuling: «La victoria y la pérdida en el poder político nos importan poco. Debemos cambiar de actitud. No debemos criticar, maldecir ni calumniar». (CWWN, vol. 59, 78). Más adelante dijo en el entrenamiento en Kuling:

Así como Cristo mantuvo Su posición en la tierra, un cristiano debe hacer lo mismo. Los cristianos no deben organizar actividades políticas, ni deben aprovecharse del sistema político. Todo lo que el Señor evitó en este mundo debe ser evitado por los cristianos, y todo de lo cual el Señor participó en este mundo debe ser compartido por los cristianos. Debemos ser lo mismo que Él. Esta es la posición cristiana. (CWWN, vol. 60, pág. 430)

Debido a que la naturaleza del reino de Dios es espiritual y celestial, no física y terrenal, los cristianos no deben buscar el poder en el ámbito político (Mc. 10:42-43; Lc. 12:14; He. 11:13-16; 1 P. 2:11; Mt. 7:1). Como cristianos, no debemos ser presa de las agendas políticas, sino seguir el ejemplo del Señor al preocuparnos únicamente por los intereses y el reino de Dios, que no son de este mundo (Juan 18:36; Fil. 3:20). El mundo de la política es parte del sistema mundial satánico. Como creyentes hemos sido trasladados del reino de las tinieblas al reino del Hijo de su amor (Col. 1:13).

Según la historia, la iglesia se vio seriamente comprometida cuando Constantino hizo del cristianismo la religión oficial de Roma, alineando así a la iglesia con el poder político mundano. Witness Lee comentó: «Una vez que la iglesia se involucra en la política, la iglesia pierde su naturaleza como Cuerpo de Cristo y entonces ya no es iglesia.» (La economía neotestamentaria de Dios, pág. 103). Involucrar a la iglesia en la política es cambiar la naturaleza de la iglesia y hacer que pierda su posición (Ap. 2:13). La iglesia está por encima de la política; gobierna sobre la tierra junto con la Cabeza que está en los cielos con el poder divino. El Cristo exaltado como la Cabeza, está ejecutando Su administración gubernamental en el trono en los cielos a través de la iglesia como Su Cuerpo en la tierra, que coopera con la Cabeza como un hombre universal (Ef. 2:6).

Por un lado, los santos que se involucran en el activismo político en ciertos lugares de la tierra donde no son amigos de la fe cristiana, corren el riesgo de dar pie a que se asocie a la iglesia con la oposición a la autoridad gubernamental, invitando así a la represión. Por otro lado, los creyentes deben ejercer libremente sus derechos como ciudadanos en los países democráticos votando en las elecciones, aunque incluso en ese caso su participación debe tener en cuenta los intereses de Dios. La obra de la iglesia es espiritual, y la iglesia apela al gobierno soberano del Señor a través de la oración con miras a hacer avanzar Su economía, no cualquier agenda política. Como escribió el hermano Lee en la nota al pie de página de Romanos 13:1: «Dios establece las autoridades sobre el hombre a fin de mantener la paz y seguridad en la sociedad humana de modo que haya tiempo y oportunidad para que Él pueda predicar el evangelio, salvar pecadores y edificar la iglesia para la extensión de Su reino». Que confiemos en la soberanía del Señor, vivamos la vida de un Dios-hombre en dignidad y piedad y trabajemos junto con el Señor y con todas las iglesias por Su gran objetivo, acelerando Su regreso y trayendo Su reino eterno entre los hombres (Ap. 11:15).

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