En 1950, en una época de gran agitación social en China, Watchman Nee, en una serie de mensajes para nuevos creyentes, dijo: “Hoy en día, el mundo está lleno de toda clase de problemas. ¿Cómo serán resueltos estos problemas? ¿Cuál debería ser nuestra actitud con respecto a estos problemas?” (Mensajes para edificar a los creyentes nuevos, t. 3, [de aquí en adelante, Mensajes (3)], pág. 1020). Estas preguntas y las respuestas del hermano Nee son tan pertinentes para los creyentes ahora, en una época en la que el mundo está asediado por problemas insolubles, como lo eran entonces.
En una obra anterior el hermano Nee dijo acerca de todos los problemas en el mundo: “Necesitamos ver que Dios ya dio la solución para todos estos problemas. El también estableció el horario para cumplir la solución” (La fe cristiana normal, pág. 181). Esta solución se lleva a cabo en dos etapas, las cuales se basan en la primera y segunda venidas de Cristo. En la primera etapa, Cristo vino por medio de la encarnación para establecer el modelo de vivir como un Dios-hombre, El efectuó la redención y fue hecho el Espíritu vivificante en resurrección (Mt. 1:23; 1 P. 2:21; Ef. 1:7; 1 Co. 15:45b). Ahora, Él está operando para traer a los hombres a la salvación (Mt. 1:21), para causar que ellos crezcan en la vida divina, la cual recibieron por medio de su renacimiento (1 P. 2:2) y para edificarlos como la casa de Dios y Su reino (1 Ti. 3:15; Ef. 2:21-22; Col. 1:13; Ap. 12:10). Por lo tanto, como el hermano Nee señaló: “Cuando Cristo vino por primera vez, nos salvó individualmente. El no confrontó el mundo ni sus sistemas. El no tocó ningún problema social. Vino la primera vez para resolver los asuntos espirituales, no los materiales” (La fe cristiana normal, pág. 181).
Esto no significa que el Señor sea indiferente a los males de los sistemas e instituciones sociales humanas. El resolverá todos los problemas de la sociedad humana cuando regrese para establecer Su reino (Ap. 11:15). Por lo tanto, el hermano Nee dijo: “Todos los problemas sociales serán resueltos cuando el Señor regrese. Cuando Él regrese, todas las dolencias sociales serán eliminadas.” (Mensajes (3), pág. 1021). Y añadió: “Cuando Cristo venga por segunda vez, Él cambiará todos los sistemas sociales y las instituciones.” (pág. 1023). En realidad, el trabajo que Cristo está haciendo en esta era para perfeccionar a Sus creyentes para que reinen con Él es con vista a establecer Su reino en la tierra para resolver todos los problemas causados por la rebelión del hombre contra Dios.
Esto no significa que los cristianos no deban preocuparse por aquellos que sufren en esta era. Las iglesias locales y los creyentes que se reúnen en ellas han participado activamente en numerosos esfuerzos de ayuda y cuidado de los necesitados, aunque siguiendo el principio de la palabra del Señor en Mateo 6:3-4, estos asuntos no han sido ampliamente publicitados. Sin embargo, algunos cristianos han sustituido el énfasis de la Biblia en el cumplimiento del propósito de Dios por su propia búsqueda de la justicia social. Algunos han ido tan lejos como para adoptar y abogar por la aceptación de normas no bíblicas de moralidad que pertenecen a la presente era maligna, pero que no tienen lugar en la iglesia. La falsa dicotomía entre un evangelio personal y uno social proviene de una falta de comprensión del significado de la primera y la segunda venida de Cristo. Cuando el Hermano Nee dio su entrenamiento Kuling, muchos que eran al menos cristianos nominales en China estaban comprometidos con el activismo social y criticaban a los que no lo estaban. En ese contexto dijo:
Debido a su ignorancia de la obra del Señor en Su segunda venida, algunas personas han formado conceptos erróneos acerca del cristianismo. Ellos creen que los cristianos solo están interesados en un evangelio para individuos, que ellos no están interesados en el evangelio para la sociedad como un conjunto. En realidad, nosotros creemos en un evangelio individual, y también creemos en un evangelio social. El tiempo para el evangelio social será cuando el Señor regrese. (CWWN, vol. 60, pág. 444).
¿Cuál debería ser entonces, nuestra actitud y practica hoy? El hermano Nee aconsejó a los santos que prestaran ayuda a los demás, pero que no se dejaran arrastrar por los movimientos de acción social. Estos movimientos, sea cual sea su orientación, son como mareas que arrastran a la gente lejos del propósito de Dios. Involucrarse en ellos compromete el testimonio del llamamiento celestial de la iglesia (He. 3:1; véase Mensajes (3), págs. 1023-1024). Esto es consistente con el modelo del Señor Jesús y de los apóstoles del Nuevo Testamento, especialmente Pablo. Así como el Señor Jesús nunca buscó reformar el sistema social corrupto del Imperio Romano, tampoco lo hicieron los apóstoles. Respecto al apóstol Pablo, el hermano Nee comentó: “En ningún momento el trató de cambiar el orden social. El vino solamente para resolver las necesidades espirituales del hombre y para arreglar los problemas espirituales de la iglesia» (La fe cristiana normal, pág. 186). Así, Pablo mandó a los filipenses que «seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo» (Fil. 2:15).
El tratamiento que da Pablo al inhumano sistema romano de esclavitud es instructivo. En sus epístolas el exhortó consistentemente a los esclavos que eran creyentes a obedecer a sus amos (Ef. 6:5-8; Cl. 3:22; 1 Ti. 6:11; Tit. 2:9). Al mismo tiempo, él claramente indicó que los estatus de esclavo y amo habían sido anulados en Cristo (Gá. 3:28; Col. 3:11; Flm. 16). Pablo fue un heraldo del jubileo neotestamentario de la gracia, un maestro de la economía neotestamentaria de Dios. Como tal, él no abordó el sistema social existente. En su Estudio Vida de Tito, Witness Lee dijo:
Si Pablo hubiese abogado por la anulación del sistema esclavista, los que leyeran sus epístolas lo habrían tenido por un reformador social. Esto habría opacado su enseñanza acerca de expresar la vida divina de Cristo en nuestro vivir humano dentro del sistema social en que uno se encuentre. A fin de que la luz pudiese brillar sin impedimento, Pablo no pronunció ni una sola palabra que tuviera como objetivo enmendar o reformar el sistema social. (Estudio vida de Tito, pág. 30)
Por supuesto, ni Pablo ni el Dios a quien servía aprobaban el malvado sistema de esclavitud. El hermano Lee dijo, además:
Cuando se escribió la Epístola a Tito, algunos esclavos habían llegado a ser creyentes de Cristo. Según la ley civil, un esclavo no tenía ningún derecho. El amo podía marcar a su esclavo como si éste fuese un caballo o una mula, y también, conforme a la ley, podía darle muerte. ¡Qué sistema tan terrible! Sin duda alguna, Dios mismo estaba totalmente en contra de este sistema social, pues era absolutamente contrario a la posición que Él le había dado al hombre en Su creación. Pablo indudablemente no estaba de acuerdo con este perverso sistema social. Sin embargo, en vez de tratar de reformarlo, él mandó a los esclavos que se portaran apropiadamente dentro de dicho sistema, es decir, que vivieran dentro de ese sistema según la norma de la humanidad del Señor Jesús. Así, aun en medio de un sistema social tan injusto, los cristianos podrían llevar una vida que exhibiera la norma humana más elevada. ¡Qué testimonio más maravilloso! (pág. 30-31)
A pesar de que no trató de reformar el sistema social romano, Paul declaró que toda distinción social, racial y nacional fueron abolidas mediante la muerte de Cristo y no tienen lugar en la iglesia como el nuevo hombre (Ef. 2:14-16; Cl. 3:10-11). Esto es ilustrado en su epístola a Filemón, en la cual urge a Filemón, el cual era amo de Onésimo, a recibir de regreso a Onésimo, quien se había escapado, no como a un esclavo, sino como a un hermano (Flm. 13-16). Acerca de esto el hermano Lee comento: “Al poner en práctica la economía de Dios, es crucial que sean absorbidos todos los diferentes rangos sociales y todas las distinciones de raza y nacionalidad”. (Estudio vida de Filemón, págs. 13-14).
Los problemas de la sociedad humana nunca se resolverán hasta que Cristo venga a establecer Su reino. Por lo tanto, la responsabilidad de un cristiano no es tratar de resolver los males sociales de hoy directamente, una misión que está destinada al fracaso, sino a cooperar completamente con el Señor en su obra presente. En esta era dicha obra es para propagar Cristo predicando el evangelio para ganar hombres, crecer en vida y ministrar Cristo como vida a otros y vivir una vida crucificada bajo el gobierno de la vida divina en la realidad del Cuerpo de Cristo, de modo que el Señor pueda volver para traer la manifestación de Su reino (Mt. 24:14; 1 P. 2:2; 1 Ti. 4:6: Gá. 2:20; Ro. 5:17; Ef. 4:15-16; Mt. 25:31-34). Entonces el Señor pondrá en orden todos los problemas humanos y reinará en justicia sobre toda la tierra por la eternidad (Zac. 14:9; Isa. 32:1; Sal. 72:1-2; 2 P. 3:13).