El libro de Filipenses nos muestra la gran necesidad que los creyentes tienen en tiempos de disturbios. La iglesia en Filipos era una muy buena iglesia que participaba con el apóstol Pablo en el progreso del evangelio (Fil. 1:5-7; 4:14-19). Sin embargo, tenía dos problemas: los judaizantes que buscaban traer a los creyentes de regreso a la esclavitud de la ley (Fil. 3:2-4) y las disensiones internas (1:27; 2:1-4; 4:2-3). Acerca de este libro el hermano Nee dijo: “Filipenses no habla acerca de doctrinas tan profundas como las contenidas en Efesios y Colosenses; más bien, enfatiza una cosa: libertad de las disputas” (CWWN, vol. 8, pág. 165). El antídoto de Pablo para estos problemas fue la experiencia normal de Cristo que produce personas que lo viven y magnifican en toda circunstancia.
En el capítulo 1, Pablo se puso a sí mismo como ejemplo de uno que no luchaba contra los demás, sino que vivía y magnificaba a Cristo por el abundante suministro del Espíritu para el progreso del evangelio (1:18-21). En el capítulo 2 les dio la carga a los Filipenses que llevaran a cabo su propia salvación al cooperar con el Dios que opera internamente, para que la mente de Cristo estuviera en ellos de modo que pudieran vivir una vida crucificada según Su modelo y convertirse en luminarias que enarbolan la palabra de vida (2:12-13, 5-8, 15-16). En el capítulo 3 testificó que estimaba todas las cosas como pérdida, por la excelencia del conocimiento de Cristo; a fin de conocerle, y el poder de Su resurrección y la comunión de Sus padecimientos; y que perseguía ganar a Cristo hasta lo sumo (3:8, 10, 12, 14). En el capítulo 4 habló de ser capaz de hacer todas las cosas en Cristo que lo fortalecía (4:13).
Necesitamos leer la Biblia cuidadosamente para entender el significado de Pablo en Filipenses 4. En los versículos 5 al 9 Pablo enumera algunas características excelentes que deben verse en la vida de los creyentes. El versículo 5 dice: “Sea conocido de todos los hombres lo comprensivos que sois. El Señor está cerca”. La palabra “comprensivos” significa ser fácilmente satisfechos en nuestro trato con los demás, incluso con menos de lo que nos corresponde; también significa una grata razonabilidad. El hermano Lee la describió como “una virtud universal” (Estudio vida de Filipenses, págs. 513-514). El versículo 8 dice: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre: si hay alguna alabanza, a esto estad atentos”. En el versículo 9 Pablo exhortó a los filipenses, diciendo: “Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto poned en práctica; y el Dios de paz estará con vosotros”. Pablo exhortó a los filipenses a practicar las virtudes mencionadas en los versículos 5 y 8, las cuales son las cosas que aprendieron y recibieron y oyeron y vieron en él, como alguien que vivía a Cristo. También son el “todo” del que se habla en el versículo 13, donde Pablo dice: “Todo lo puedo en Aquel que me fortalece con poder”. El hermano Lee explicó el significado contextual de hacer todas las cosas en Cristo:
En este versículo la expresión todo lo puedo no se refiere a sanar enfermos, hacer milagros ni hablar en lenguas. Pablo no dice que todo lo podía en este sentido. Lo que Pablo dice es que todo lo podía a fin de ser veraz, honorable, justo, puro, amable, de buen nombre, lleno de virtudes y digno de alabanza. Pablo podía hacerlo todo en Cristo quien lo revestía de poder. (El secreto para experimentar a Cristo, pág. 81)
Por un lado, estas virtudes son la expresión de una vida que vive a Cristo.
En la economía de Dios, Cristo vive en nosotros como nuestra vida y se vive a Sí mismo en nosotros. El ya no vive directamente en la tierra, sino a través de nosotros. Esto significa que Su vida resucitada se expresa y magnifica en nuestra vida humana. Los seis primeros ítems del versículo 8 implican toda virtud humana. Hablar de expresar o magnificar a Cristo es hablar en términos generales. El versículo 8 define aspectos específicos en los que necesitamos expresar y magnificar a Cristo. (CWWL/a, 1980, vol. 2, pág. 411).
Pablo ciertamente manifestaba estas virtudes en su vivir y magnificar a Cristo. Por otro lado, las virtudes descritas en Filipenses 4:5-9 deben guiar nuestra búsqueda de Cristo. El hermano Lee explicó: “La manera de buscar a Cristo para ganarlo es vivir una vida verdadera, digna, justa, pura, amable y de buen nombre con Cristo como contenido. Necesitamos vivir una vida que esté llena de Cristo, el cual sea expresado a través de nuestras virtudes humanas, las cuales son contenedores para ser llenados con Cristo como la realidad” (ibid. pág. 414). Cada vez que abordamos algo o pensamos en hacer o decir algo, debemos considerar si es verdadero, digno, justo, puro, amable y de buen nombre. Así, estas virtudes se convierten en medidas para nuestro vivir.
Cuando vivimos a Cristo, quien es la corporificación de Dios con todos los atributos de Dios, Él llena todas nuestras virtudes vacías. Los atributos de Dios entonces llegan a ser nuestras virtudes. Por tanto, vivir a Cristo nos hace muy humanos. No deberíamos ser solamente espirituales y celestiales, sino también verdaderos, honorables, justos, puros, amables y de buen nombre. Estas virtudes humanas con los atributos divinos son la expresión detallada del Cristo que vivimos y magnificamos. Si no somos amables y honorables, no estamos expresando a Cristo. Si no llevamos una vida honorable, no estamos viviendo a Cristo. (La experiencia y el crecimiento en vida, ed. 2da, págs. 95-96)
Considerar las virtudes que Pablo enumeró en el versículo 8 no solo deben guiarnos en nuestro hablar y conducta, sino también ayudarnos a discernir estas cosas en otros. ¿Son las palabras y conducta de aquellos que se oponen o disienten, verdaderas, dignas, justas, puras, amables y de buen nombre? No debemos ser engañados por los argumentos aparentemente persuasivos o la atracción emocional por alguien. El hermano Lee dijo respecto a los que disentían en Filipos: “Puede ser que hablemos de cosas espirituales pero que, pese a ello, nuestra persona no sea verdadera, honorable, justa, pura ni amable” (pág. 100).
Pablo testificó que Cristo lo fortalecía para vivir tales virtudes en cualquier circunstancia, presentándose a sí mismo como un modelo de vivir y magnificar a Cristo en medio de disturbios (1 Co. 4:16). Él dijo: “Se estar humillado, y se tener abundancia; en todas las cosas y en todo he aprendido el secreto, así a estar saciado como a tener hambre, así a tener abundancia como a padecer necesidad” (Fil. 4:12). El apóstol Pablo es ciertamente un modelo a los santos que sienten que han sido maltratados. En medio de sus múltiples sufrimientos (2 Co. 11:23-27; Fil. 1:17) seguía magnificando a Cristo al manifestar los atributos divinos en sus virtudes humanas (1:19-20). Con respecto a Filipenses 4:8, el hermano Lee comento:
Cuando Pablo estaba humillado y cuando tenía en abundancia, en su vivir humano, otros podían ver las virtudes listadas en el versículo 8. Él fue verdadero, honorable, justo, puro, amable y de buen nombre. Estos seis aspectos son varias características del vivir de Pablo que fueron una expresión genuina de Cristo. (CWWL/a, 1980, vol. 2, pág. 413)
En el capítulo 4, Pablo aplica las revelaciones relativas a la experiencia de Cristo de los capítulos 1 al 3 para el diario vivir práctico de los creyentes, especialmente a las relaciones en la iglesia. Evodia y Síntique eran dos hermanas que habían sido útiles para Pablo, pero había fricción entre ellas (v. 2). Las palabras de Pablo con respecto a la comprensión en el versículo 5, las virtudes mencionadas en el versículo 8, y el ser fortalecidos en Cristo para vivir las virtudes de Su vida en el versículo 13 hablan directamente de esta situación. Como explicó el hermano Lee, basándose en las palabras de Pablo en Filipenses: “La vida en la cual se experimenta a Cristo y se le disfruta, es una vida que participa en el progreso del evangelio, una vida que predica el evangelio, no de forma individualista, sino corporativa. Por ende, se usa la expresión ‘la comunión para el progreso del evangelio’. Cuanta más comunión tenemos en el progreso del evangelio, más de Cristo experimentamos y disfrutamos” (Estudio vida de Filipenses, pág. 13). Pablo intervino porque se dio cuenta que la discordia entre Evodia y Síntique, la cual algunos habrían visto únicamente como un asunto local, estaba estorbando el avance del evangelio. La discordia daña la comunión de los creyentes para el evangelio y frustra su experiencia de Cristo, su crecimiento en vida y el progreso del evangelio (1 Co. 1:9-10; 3:3; Fil. 1:27).
El secreto para ser aquellos que experimentan a Cristo y a través de los cuales el evangelio puede avanzar es estar en unanimidad. Como el hermano Lee apuntó: “La característica determinante que divide los cuatro Evangelios del libro de Hechos no fue el bautismo en el Espíritu Santo sino la unanimidad que imperaba entre los ciento veinte” (Entrenamiento para ancianos, libro 07: ser unánimes para el mover del Señor, pág. 20). Esta unanimidad trajo el bautismo del Espíritu, el cual inició el mover del Señor a través de Su Cuerpo. Acerca de esta unanimidad, el hermano Lee dijo: “La unanimidad es ‘la llave maestra que abre todas las puertas’, es decir, es la llave maestra que nos da acceso a todas las bendiciones descritas en el Nuevo Testamento. Es por esto por lo que Pablo le dijo a Evodia y a Síntique que ellas debían ser unánimes” (Fil. 4:2) (20). El secreto para mantener la unanimidad son las virtudes listadas en 4:5-9 como la expresión de la vida de Cristo. Por lo tanto, el hermano Lee resumió el capítulo 4 de Filipenses, diciendo:
El libro de Filipenses concluye presentando una vida que no está en disensión con los demás, llena de comprensión, sin afanes y llena de virtudes humanas. Filipenses concluye presentando una persona que es sumamente verdadera, honorable, justa, pura, amable y de buen nombre. Tal persona está llena de las virtudes humanas con los atributos divinos como contenido de dichas virtudes a fin de expresar a Cristo de una manera humana. Nosotros también deberíamos ser tal clase de persona. El secreto para tal vida es Cristo, Aquel que nos fortalece con poder. (La experiencia y el crecimiento en vida, ed. 2da, 96)
Que busquemos ser aquellos que viven las virtudes de Cristo para Su magnificación en toda circunstancia, incluso en medio de disturbios. Dar tal testimonio es vivir Su vida vencedora para Su gloria.