Existe mucha confusión y debates entre los cristianos en torno a la definición, formación, propósito y función de la iglesia. De hecho, el modelo de los cristianos que se reúnen en las iglesias locales es completamente consistente a lo largo del Nuevo Testamento. Algunos críticos admiten que, si bien el Nuevo Testamento retrata las iglesias locales, este retrato debe entenderse solo como descriptivo en lugar de prescriptivo, lo que deja espacio para modelos de iglesia alternativos (los artículos 3 y 4 de esta serie abordan estas afirmaciones). Creemos, sin embargo, que debemos seguir la enseñanza del Señor Jesús y los apóstoles y el modelo del Nuevo Testamento de establecer iglesias locales.
Los dos aspectos de la iglesia
La palabra griega ekklesía, traducida como “iglesia”, aparece dos veces en los Evangelios. En ambos casos el orador fue el Señor Jesús y a través de estos casos se revelan los dos aspectos de la iglesia. En Mateo 16:18 el Señor dijo: “Edificaré mi iglesia”, revelando así la iglesia universal que está edificada sobre Cristo y la revelación del Padre acerca de Cristo (vs. 16-17) y comprende a todos los creyentes regenerados a través de los siglos. El aspecto universal de la iglesia se revela además en Efesios 1:22-23, donde se presenta a Cristo como la Cabeza y se identifica a la iglesia como el Cuerpo de la Cabeza. Mediante la regeneración los muchos creyentes son hechos “un Cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros” (Ro. 12:5), una composición orgánica de los creyentes regenerados y Cristo, quien es su vida (Col. 3:4). El Cuerpo es la realidad, el contenido de la iglesia, y la iglesia como el único Cuerpo de Cristo es la expresión universal de Cristo, Su manifestación y testimonio.
En Mateo 18:17 el Señor reveló el aspecto local de la iglesia, usando como ilustración una ofensa que surge entre dos creyentes. Cuando el hermano ofensor no escuchaba al hermano ofendido o a los testigos que trajo con él (v. 16), el hermano ofendido debía “decirlo a la iglesia” (v. 17a). Por supuesto, la ofensa no podía ser contada a la iglesia universal; tenía que ser dicha a la iglesia local existente en el lugar y el tiempo particulares en que ocurrió la ofensa. Además, no fue a la iglesia universal que el hermano ofensor se negó a escuchar; fue a la iglesia local cuya comunión fue rechazada (v. 17b).
El modelo de la localidad en el Nuevo Testamento
Al hablar de la iglesia universal Pablo hace referencia a “la iglesia de Dios” (1 Co. 10:32), pero cuando se refiere a la iglesia universal con su expresión local, habla de “la iglesia de Dios, que está en Corinto” (1:2). Universalmente, la iglesia es “de Dios”, no de Cefas, Apolos o Pablo (vs. 12-13). La iglesia no sólo es la posesión de Dios; también tiene su fuente en Dios y está constituida con Dios como su elemento. Por ende, ya sea desde una perspectiva universal o local, el contenido de la iglesia es Dios mismo. Que la “iglesia de Dios” esté “en Corinto” indica que la localidad es el terreno para la expresión y la práctica de la iglesia de Dios en la tierra. Localidades como Corinto, Jerusalén, Antioquía y Colosas, entre otras, constituyeron el terreno local de las expresiones locales de la iglesia universal. Cuando la única iglesia universal se manifiesta en el tiempo y el espacio, se compone de varias iglesias locales que forman un testimonio corporativo del único Cuerpo de Cristo. Tener dos o más “iglesias” en una localidad dada, trae confusión al testimonio de unidad de la iglesia y transgrede la naturaleza propia de la iglesia como el único Cuerpo de Cristo.
El Nuevo Testamento es consistente en su uso de la palabra iglesia en singular cuando se refiere a una iglesia local, una iglesia en cierta ciudad. Los ejemplos incluyen la iglesia en Jerusalén (Hch. 8:1), la iglesia en Antioquía (Hch. 13:1), la iglesia en Cencrea (Ro. 16:1), la iglesia en Corinto (1 Co. 1:2), y la única iglesia en cada una de las siete ciudades de Asia (Ap. 2:1, 8, 12, 18; 3:1, 7, 14). Puesto que la ciudad es la unidad de reunión y convivencia de los pueblos, la iglesia manifestada en esa ciudad es una sola unidad, es decir, una sola iglesia. Pero cuando la Biblia habla de la iglesia en una provincia o región donde hay muchas ciudades, habla de las iglesias de Asia (1 Co. 16:19), las iglesias de Macedonia (2 Co. 8:1), las iglesias de Galacia (Gá. 1:2), y las iglesias que están en Asia (Ap. 1:4). Universalmente la iglesia es solamente una, pero cuando la única iglesia se expresa en el tiempo y el espacio, se manifiesta como muchas iglesias debido a las muchas localidades, las muchas ciudades, en las que los creyentes viven.
La práctica de la iglesia registrada en el Nuevo Testamento era la práctica de tener una iglesia para una ciudad, una ciudad con una sola iglesia. En ninguna ciudad había más de una iglesia. La iglesia toma la ciudad como su límite y no la calle o el área. La jurisdicción de una iglesia local abarca toda la ciudad en la que está ubicada la iglesia y no es mayor ni menor que los límites de la ciudad. Además, la iglesia en una localidad estaba bajo la supervisión de los ancianos (Hch. 14:23; Tito 1:5). La nota de pie de página en cuanto a los ancianos en Tito 1:5 dice, en parte:
La jurisdicción de los ancianos de una iglesia local debe extenderse a toda la ciudad en la cual está la iglesia. Este único presbiterio en una ciudad impide que la única unidad del Cuerpo de Cristo sufra daño. Una ciudad debe tener una sola iglesia con un solo presbiterio. Sin lugar a dudas, se puede ver esta práctica en el modelo que se nos presenta claramente en el Nuevo Testamento (Hch. 8:1; 13:1; Ro. 16:1; 1 Co. 1:2; Ap. 1:11), la cual también es un requisito indispensable para el mantenimiento del orden apropiado en una iglesia local. Por eso, lo primero que el apóstol le mandó a Tito con respecto a poner las cosas en orden fue que nombrara ancianos en cada ciudad. (Santa Biblia Versión Recobro, Tito 1:5, nota 1)
Si bien había muchas reuniones de creyentes en Jerusalén (Hch. 2:46; 5:42), una ciudad en la que había decenas de miles de creyentes (21:20), solo había una iglesia con un ancianato en Jerusalén (Hch. 8 :1; 15:2, 4, 6; 21:18). Según este modelo, todos los creyentes dentro de los límites administrativos de una ciudad constituyen la única iglesia local dentro de esa ciudad, que es supervisada por un ancianato corporativo (cfr. 20:17). El terreno único de la localidad preserva a la iglesia, en su testimonio de la unidad del Cuerpo de Cristo, del sectarismo y la división (1 Co. 1:10). Este es el modelo claro establecido en las Escrituras.
La iglesia de Dios es una y no puede dividirse (v. 13a), pero los miembros del Cuerpo de Cristo están esparcidos por toda la tierra y no pueden reunirse físicamente en un solo lugar. El problema de la geografía es la razón por la que hay muchas iglesias en el tiempo y el espacio. La base del Nuevo Testamento para la existencia de muchas iglesias es que los creyentes viven y se reúnen en diferentes ciudades. Por lo tanto, la única base permisible de “división” en el Nuevo Testamento es el de la localidad. Cualquier división de la iglesia sobre una base que no sea el de la localidad es obra del hombre, contraria a la ordenación de Dios, y debe rechazarse firmemente (Ro. 16:17; Ti. 3:10).
Tras hacer un examen, vemos que la enseñanza y modelo únicos en el Nuevo Testamento son los de una iglesia local, una iglesia cuyo terreno es la localidad o la ciudad en la que está ubicada. No se presenta ningún otro modelo para el terreno de una iglesia local, ya sea más pequeña que una ciudad (ver el artículo 3 de esta serie) o más grande que una ciudad (ver el artículo 4 de esta serie). El Nuevo Testamento es consistente en su descripción de las iglesias locales y en la enseñanza de los apóstoles acerca de establecer las iglesias locales. En última instancia, el registro bíblico consuma en el libro de Apocalipsis donde se enumeran las iglesias según sus respectivas ciudades. El registro escrito de la revelación que Juan vio debía ser enviado a siete iglesias, es decir, a siete ciudades (Ap. 1:11). Según la propia palabra del Señor a Juan, había una iglesia para una ciudad y una ciudad para una iglesia, siendo designada cada iglesia según su ciudad.
Conclusión
Debemos definir si la Biblia es la máxima autoridad para la enseñanza y la práctica de la iglesia, o no lo es. Aquellos que argumentan que la presentación de las iglesias locales en el Nuevo Testamento es descriptiva y no prescriptiva, están buscando un pretexto para promover su tipo de secta cristiana. Si afirmamos, como seguramente lo hacemos, que la Palabra de Dios es la máxima autoridad y, sin embargo, no aceptamos el Nuevo Testamento como el modelo de gobierno para la iglesia hoy, debemos confrontar el motivo que tenemos detrás de la negación del claro testimonio de las Escrituras. Independientemente de la razón, la introducción de bases no bíblicas para establecer iglesias y el rechazo a la base de las iglesias locales en el Nuevo Testamento, recuerda la práctica del Antiguo Testamento de hacer lo que nos parece recto ante nuestros propios ojos (Jue. 17:6). Seguramente esta práctica describe la situación que existe entre las innumerables denominaciones y grupos independientes de cristianos en la actualidad. Al defender la autoridad de la Palabra de Dios, también debemos defender la enseñanza y el modelo del Nuevo Testamento con respecto al terreno genuino de la iglesia, el terreno de la unidad en cada localidad, para sostener el testimonio del único Cuerpo y brindar al Señor una manera de edificar Su iglesia.