El liderazgo en el recobro del Señor, parte 3: Aplicar el modelo bíblico de liderazgo

Como hemos visto, la intención de Dios es que Él, la única fuente de autoridad, dirija a Su pueblo directamente. Ninguna persona, organización o sistema debe usurpar el liderazgo de Dios sobre Su pueblo, el cual es llevado a cabo de manera práctica por el hablar de Dios a través de aquellos que fielmente llevan Su hablar a Su pueblo. En el Nuevo Testamento este hablar es la enseñanza de los apóstoles, el contenido completo del Nuevo Testamento. Witness Lee explicó:

La enseñanza de los apóstoles comprende los veintisiete libros del Nuevo Testamento en cuatro partes principales. La primera parte del Nuevo Testamento fue hablada por el Señor cuando estaba en la carne, en la tierra. La segunda parte fue hablada por el apóstol Pedro como continuación de la palabra del Señor en los cuatro Evangelios. La tercera parte fue hablada por el apóstol Pablo en varias porciones de los Hechos y en sus catorce Epístolas. La cuarta y última parte del hablar del Nuevo Testamento fue dada por medio del apóstol Juan. Además de estas cuatro partes principales del Nuevo Testamento, también se encuentran Santiago y Judas, pero estos queridos santos no tenían un papel tan importante en la composición del Nuevo Testamento como el de los tres apóstoles mencionados anteriormente. (La manera bíblica de reunirse y de servir para la edificación del Cuerpo de Cristo, págs. 101-102)

La enseñanza de los apóstoles, como el hablar de Dios en el Nuevo Testamento, es el liderazgo real y práctico entre las iglesias locales. Este ha sido el caso desde que comenzó el presente recobro del Señor en China en 1922 con Watchman Nee. El hermano Lee relató el modelo del hermano Nee de no asumir ningún tipo de cargo oficial:

Yo estuve con el hermano Nee por muchos años. Nosotros nunca le consideramos el dirigente oficial, y él mismo nunca se consideró tal. Cuando alguien pensaba que el hermano Nee era dirigente y le pedía instrucciones, el hermano Nee nunca decía nada. Él hablaba algo sólo cuando la persona venía en busca de comunión. Nunca asumió el papel de dirigente oficial. Del mismo modo, yo no me considero el dirigente oficial en el recobro actual del Señor. (El liderazgo en el Nuevo Testamento, pág. 11)

Ciertamente, el hermano Nee tomó la delantera, pero no de una manera oficial ni de una manera de controlar o dirigir a otros. En realidad, fue el modelo de vida del hermano Nee de acuerdo con la Biblia y su fiel enseñanza de la Biblia lo que constituyó el verdadero liderazgo:

En 1934 hubo un conflicto en la iglesia en Shanghai dirigido principalmente contra el hermano Nee. En aquellos tiempos le aseguré que yo le seguía incondicionalmente, no por quién era él, sino por la enseñanza y la revelación que había traído al recobro del Señor. El hermano Nee y yo no nos habíamos conocido antes; no nos unía ningún afecto personal. El dirigía, y yo le seguía porque él tenía la revelación en su enseñanza y guardaba la revelación. También le dije que si un día se desviaba de la revelación que nos había presentado, yo seguiría la revelación, mas no a él. (The Apostles’ Teaching and the New Testament Leadership [La enseñanza de los apóstoles y el liderazgo del Nuevo Testamento], pág. 49)

Estas palabras del hermano Lee animaron mucho al hermano Nee. Cuando el ministerio público del hermano Nee terminó con su encarcelamiento en 1952, la revelación que el hermano Nee había impartido a través de su ministerio, que tan ricamente abrió el Nuevo Testamento, fue llevada adelante fielmente por el hermano Lee. Esto aseguró que el recobro del Señor en la tierra continuaría floreciendo en China continental y más allá. En cuanto al liderazgo, como en todos los asuntos del ministerio del hermano Nee, el hermano Lee fue fiel no solo a lo que su colaborador mayor habló, sino también a su modelo:

Según la economía de Dios, entre Su pueblo sólo hay un líder, a saber, el Señor Jesucristo: «Ni seáis llamados instructores [o lideres]; porque uno es vuestro Instructor, el Cristo” (Mt. 23:10). Todo el que me considere a mí el líder del recobro del Señor no practica la verdad. Si alguien le pregunta a usted quién es el líder de la iglesia, usted debe decir que el líder es Cristo. Responder de esta manera indica que conocemos la verdad y practicamos la verdad. Si alguien dice que Witness Lee es el líder, usted debe decirle: “No, Witness Lee es nuestro esclavo”. (Mensajes de la Verdad, págs. 28-29)

El hermano Lee se consideraba a sí mismo un esclavo que servía a las iglesias a través del ministerio en el recobro del Señor. Menos de tres meses antes de su fallecimiento en 1997, escribió una carta a las iglesias expresando su seguridad de que había algunos entre sus colaboradores que estaban siguiendo su modelo. El libro El liderazgo en el Nuevo Testamento reproduce la siguiente parte de su carta: “El Señor me ha mostrado que Él ha preparado a muchos hermanos, quienes servirán como esclavos compenetrados conmigo. Pienso que esto es lo que el Señor ha dispuesto providencialmente para Su Cuerpo y que es la manera actual de cumplir Su ministerio” (6).

Han pasado más de 25 años desde que el hermano Lee pronunció estas palabras. Hoy, aquellos que funcionan para tomar la delantera a través del ministerio de la enseñanza de los apóstoles todavía se esfuerzan por tomar el camino de la compenetración (1 Co. 12:24). La compenetración requiere que uno esté armonizado y coordinado con otros para servir en el principio del Cuerpo (Ez. 1:10-14 y notas al pie de página). Requiere que todos los que toman la delantera sean limitados y equilibrados entre sí, para que cada uno experimente la muerte de la cruz, para que la vida de Cristo pueda ser impartida a otros (2 Co. 4:11-12). La compenetración también asegura que la personalidad de un “líder” fuerte o capaz no se imprima en las iglesias en el recobro, sino que se preserve la autoridad del Señor como Cabeza (cfr. 3 Jn. 9; 1 Co. 1:12). La compenetración requiere que todos los que toman la delantera en el ministerio en el recobro busquen juntos la voluntad del Espíritu (Hch. 13:1-4) y estén coordinados para seguir la dirección del Espíritu para dar a conocer el hablar actualizado del Señor con respecto a la revelación del Nuevo Testamento, la enseñanza de los apóstoles, cuyo elemento central y principal es la economía neotestamentaria de Dios para edificar el Cuerpo de Cristo, que tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén como la meta eterna de Dios (Ef. 3:9; Ap. 21:2). Este debe ser el caso con el ancianato en una iglesia local, el servicio de los colaboradores que funcionan para tomar la delantera en el ministerio y la obra, el cual es un servicio corporativo, compenetrado.

Si tenemos claro el modelo de liderazgo en la Biblia y el vivir de este modelo a través del hermano Nee y el hermano Lee, nos daremos cuenta de que en el recobro del Señor hoy no estamos siguiendo a una persona ni a ningún tipo de organización. Hoy debemos ser un pueblo que sigue una visión (Hch. 26:19). Esta visión es la revelación de la economía neotestamentaria de Dios como el elemento central de la enseñanza de los apóstoles, el extracto del Nuevo Testamento y de toda la Biblia. Esta revelación se recobró por completo a través del ministerio del hermano Nee y el hermano Lee y es la herencia invaluable de los santos en el recobro del Señor en la actualidad. Esta revelación, como el liderazgo real en el recobro del Señor hoy, debe convertirse en nuestra visión.

Sin duda, Cristo es la única Cabeza del Cuerpo (Col. 1:18a; Ef. 1:22b-23). Sin embargo, según el Nuevo Testamento, debemos ser aquellos que estamos dispuestos a dejarnos guiar por otros y seguir su modelo, en la medida en que corresponda al tipo de persona y al vivir que la enseñanza del Nuevo Testamento requiere de los que toman la delantera (2 Ti. 3:10; 1 Co. 11:1; 2 Ts. 3:9b). Por ejemplo, los santos deben seguir a los ancianos fieles en su localidad y emular su modelo, y los ancianos deben seguir a aquellos que toman la iniciativa para ministrar fielmente la palabra que es conforme a la enseñanza de los apóstoles (He. 13:17; Fil. 3:17). Sin embargo, no debemos seguir a los demás de forma natural. Aparentemente, el hermano Lee siguió al hermano Nee, pero en realidad, según el propio testimonio del hermano Lee, siguió la revelación del Nuevo Testamento que fue recobrada a través del ministerio del hermano Nee. De la misma manera, no debemos simplemente seguir a una persona, y no debemos tener el concepto de que el liderazgo en el recobro de hoy es el de una persona o grupo de personas designado oficialmente, porque no existe tal cosa como un líder oficial aparte del propio Señor. El liderazgo en el recobro es la enseñanza de los apóstoles la cual es la constitución de la iglesia, como pueblo neotestamentario de Dios, que es el hablar de Dios para revelar Su economía eterna a fin de llevar a cabo Su voluntad y cumplir el deseo de Su corazón (Ef. 1:3, 10-11). Cuanto más el vivir, la obra y el ministerio de una persona corresponda a la enseñanza de los apóstoles acerca de la economía de Dios y cuanto más sirva una persona al Señor, a las iglesias y a los santos como esclavo, más podrá esa persona representar al Señor al tomar la delantera entre las iglesias (Tit. 1:1).

El que podamos seguir correctamente a una persona o su ministerio o involucrarnos en su obra, depende enteramente del grado en que se adhiera correctamente a la enseñanza de los apóstoles respecto a la economía neotestamentaria de Dios (Hch. 2:42; Tit. 1:9; 1 Ti. 1:3-4). Esto requiere que ejerzamos discernimiento (Fil. 1:9-10a, nota 9²). Hoy en día existen innumerables supuestos “ministerios” en el cristianismo. El valor de la obra de un ministro ante el Señor depende de Su evaluación soberana (1 Co. 3:11-15; Mt. 7:21-23), pero el hecho es que el Nuevo Testamento reconoce un solo ministerio (Hch. 1: 17, 25; 6:4; 2 Co. 4:1). Debemos seguir a un ministro y su ministerio solo si su ministerio está de acuerdo y es parte de este ministerio único del Nuevo Testamento y presenta una visión de la revelación completa de las Sagradas Escrituras de una manera equilibrada, sin ninguna tergiversación o deformación y sin enfatizar asuntos periféricos, pero aferrándose a la economía neotestamentaria de Dios como la línea central y el énfasis de la enseñanza de los apóstoles. Cualquier ministerio que sigamos debe también ministrar las inescrutables riquezas de Cristo para llevar a cabo la economía divina (Ef. 3:8-11). Además, debe estar de acuerdo con una visión actualizada de la verdad presente (2 P. 1:12), que coincida con lo que el Señor está haciendo actualmente en la tierra. En esto afirmamos que hoy el Señor está trabajando para recobrar la realidad del Cuerpo de Cristo y el nuevo hombre para consumar esta era e introducir el reino. Esta es la carga del ministerio en el recobro del Señor hoy. Debemos presentarnos para ser perfeccionados por los miembros dotados que el Señor ha dado a Su Cuerpo para que podamos participar y llevar a cabo esta misma obra (Ef. 4:11-12). En última instancia, lo que debemos seguir no son los ministros ni su ministerio en sí mismo, sino lo que el ministerio imparte: la visión controladora de la economía neotestamentaria de Dios para edificar el Cuerpo de Cristo. Es esta visión la que nos guía. Ruego que todos busquemos al Señor en oración en este asunto, tomando en serio estas palabras del hermano Lee:

…[N]o están siguiendo a un hombre; más bien, están firmes apoyando el ministerio del Señor. Ustedes están siguiendo una visión, una visión que corresponde a la era, una visión que hereda las visiones del pasado y que es todo-inclusiva. Esta visión, aunque es una visión actualizada, edifica sobre todas las visiones del pasado. Si solo llegan hasta el libro de Hechos y se quedan allí, quizás hereden todas las visiones que se dieron hasta esa época, pero no estarán actualizados. Hoy, al estar aquí reflexionando sobre las revelaciones dadas en el recobro del Señor, al leer las publicaciones que se divulgan entre nosotros, vemos que ellas la abarcan todo: desde la iglesia y la economía de Dios has la Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y la tierra nuevo. Esta es una visión grandiosa y todo-suficiente. (Palabras cruciales de dirección en el recobro del Señor, libro 1: La visión y los pasos definidos para la práctica de la nueva manera, p. 55-56)

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